jueves, 28 de febrero de 2008

Día 6: El Calafate

Amanece el día un poco nublado, pero dicen que es mejor para poder ver el glaciar Perito Moreno, ya que no refleja la luz del sol en el hilo y se aprecian los colores azules.
Nos recogen en la puerta misma del hostel en un microbus, que nos llevará hasta el embarcadero mismo donde nos esperaría el catamarán para darnos un paseo lo más cerca posible de las paredes del Glaciar.

Antes de llegar, nos paran a orillas del Lago Argentino para enseñarnos una planta, o mejor un arbusto que se llama CALAFATE, de ahí el nombre de la ciudad, por la abundancia de tales arbustos en la zona.
Una vez que nos han ilustrado en los orígenes de la ciudad en la que nos encontramos, seguimos camino al glaciar, haciendo un alto antes de llegar, en un mirador, donde ya empezamos a echar un montón de fotos, pero es que la verdad impresiona la belleza del entorno.

Una vez que llegamos al embarcadero, nos damos cuenta de que, oh, sorpresa, ESTAMOS SOLOS. Para que os hagáis una idea en un catamarán donde han ido alrededor de 200 personas, solo somos unos 15, que pasada.

Iniciamos la navegación hacia las paredes del glaciar, teniendo en cuenta que miden alrededor de unos 60 metros de alto por unos treinta kilómetros de fondo y unos cinco de ancho, os podéis imaginar las dimensiones del mismo y debido a los continuos desprendimientos de hielo, hay que dejar una distancia de seguridad mínima de unos cien metros aproximadamente, entre el barco y las paredes de hielo.
Una vez terminada la travesía en el catamarán, iniciamos una pequeña caminata hasta el mirador desde donde se observan los dos brazos del lago Argentino, y donde se forma el arco que da lugar al rompimiento. No en vano es el único glaciar del mundo que no esta en retroceso, avanza pero al mismo tiempo se va cubriendo por detrás con hielo nuevo.

El caso que entre unas cosas y otras, pues nos da hambre y como el día de antes habíamos hecho la compra, pues que mejor sitio que ese para dar cuenta de los manjares que tenemos para la comida (bocadillos, patatas fritas y como no alfajores de postre), y por cierto una botella de vino de Mendoza, que esta buenísimo.

Pues nada comemos, solo, sin nadie alrededor, con el estruendo que hace el glaciar cuando va desprendiéndose el hielo y cayendo al lago, no tiene precio, ni los mejores restaurantes del mundo podrán pagar jamas eso.

Aunque nos hubiéramos quedado allí varias horas mas a contemplar esa maravilla de la naturaleza, la chica que hacía de guía nos devuelve a la realidad y, por desgracia tenemos que irnos de vuelta al Calafate, no sin antes hacernos una fotito con ella, claro.

Le decimos al chico de la furgoneta que nos lleva de vuelta al Calafate, que nos deje en el centro de la ciudad, y entramos a tomar un helado, que según habíamos oído son buenísimos en la HELADERÍA ACUARELA, en la Avenida Libertador nº 1117, en especial el que esta hecho de Calafate.
Además cruzamos enfrente que está la chocolatería artesana "Las Ovejitas de la Patagonia", que hacen unos chocolates riquisimos, de todos los sabores y además hacen unas ovejitas de chocolate rellenas de dulce de leche, que están para chuparse los dedos, buena idea para llevar un detalle a España. Una vez comprados unos detallitos de chocolate, un paseo hasta el hostel

Pues nada de nuevo unas duchitas en el hostel y hoy no salimos, nos tomamos una taza caliente de caldo y unos cubatitas, jeje, y a la camita que mañana hay más.

Aquí tenéis un enlace del último rompimiento del glaciar, pinchad encima, espero que os guste.

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