viernes, 29 de febrero de 2008

Día 11: Iguazú

Hoy no nos levantamos tan temprano, hemos quedado con el taxista que nos llevó el día anterior desde el hostel hasta Puerto Iguazú, para que nos lleve hasta la entrada al Parque Nacional de Iguazú.

Sacamos las entradas al Parque y entramos nada más abrir, para variar no hay nadie, y nos dirigimos hasta el Centro de Interpretación, pasando por unos puestos improvisados de artesanías que los indios Guaraníes habían montado en el suelo.

Vimos el vídeo y fotografías de como era el parque y las cataratas años atrás, y la verdad, te dan ganas de llorar. Una vez salimos del Centro de Interpretación nos fuimos a contratar una excursión dentro del Parque que nos habían recomendado, "EL PASAPORTE VERDE", con Iguazú Jungle Explorer.

Nosotros combinamos en ese pasaporte verde, que es el día completo, "LA GRAN AVENTURA", con " EL PASEO ECOLOGICO" , que es un regreso de la Garganta del Diablo en bote hinchable a remos, disfrutando de la selva sin ruidos.

Comenzamos con un paseo en camión por el sendero Yacaritiá, con una chica que nos iba explicando un poco lo que íbamos viendo, que nos llevaría hasta la base selvática Puerto Macuco, descendiendo unas escaleras hasta el embarcadero flotante donde nos esperan las semirrígidas para llevarnos hasta la base de las cataratas.

Una vez que embarcamos salimos a toda velocidad rio arriba, sorteando algunos rápidos que nos encontrábamos de camino, alucinante.

Nos encaminamos unos metros hacia la Garganta del Diablo, que fue desde donde se arroja el monje Jesuita en la cruz en la película de "LA MISIÓN" que fue rodada allí.

Nos van preparando para lo que nos vendrá después y nos advierten de que metamos todo lo que llevemos en bolsas de plástico para que no le caiga agua.

Primero nos meten debajo de unas caídas de agua no muy grandes y ya empezamos a mojarnos, pero eso no es lo malo. Empieza a dar gas al motor y nos dirige a toda velocidad hacia el salto d San Martín, una impresionante caída de agua, metiéndonos debajo de la misma, eso si que es mojarse de verdad. La operación se repite una vez más y se hubiera repetido alguna más de no ser por unos cuantos que no quisieron, pero bueno, no esta mal, ALUCINANTE!!!!!.

Después de mojarnos nos dan tiempo libre para que podamos ver las cataratas a nuestro aire, optando por pasar primero a la isla de San Martín para secarnos un poco al sol. Es buena idea llevarse ropa seca y unas toallas.

Le dimos una vuelta a la isla mientras nos secamos, pudiendo apreciar los distintos saltos de agua de alrededor, haciendo un montón de fotos, pero es que no es para menos.

Una vez que estuvimos mas o menos secos, seguimos la ruta por los distintos saltos de agua, hasta que se hizo la hora de comer. Hay un barecito, muy cerca de la isla de San Martín, donde se puede comer, con terraza si se quiere estar al aire libre. Comimos el la terraza, y no tardaron en aparecer por allí invitados a la mesa. Nos advirtieron de que no diéramos de comer a los coatíes, porque son el alimento principal del Jaguar, y si se acostumbran a ir hasta las zonas de los humanos, los jaguares irán detrás y ya hubo algún que otro susto.

No aparecieron éstos, pero si unos pájaros, llamados Urracas amarillas, muy descaradas, que no paraban de pedir comida, pero justo delante de nosotros, sin miedo ninguno. aparecían a montones, y se llamaban las unas a las otras.

Una vez que terminamos de comer, nos dirigimos a la estación del tren que nos lleva hasta las pasarelas de la Garganta del Diablo. El tren te deja al margen del río y hay que llegar hasta el salto de agua que esta en el centro del mismo atravesando unas pasarelas, que miden unos doscientos metros más o menos.

Es impresionante cuando te vas acercando y vas oyendo el ruido atronador del agua al desplomarse. Además la pasarela tiene un mirador que te sitúa casi encima del salto de agua.

También se pude apreciar una cortina de gotas de agua que suben desde el fondo de la cascada y que lo inunda todo, y como los pájaros revolotean por entre las mismas, en fin, lo dicho, que es muy difícil poder describir tanta fuerza y tanta belleza a la vez.

Nos quedamos en el lugar mas de media hora contemplando aquel espectáculo de la naturaleza, asombrados, pero es que no es para menos, no todos los días se puede contemplar algo tan impresionante.

Se acercaban muchas mariposas y se posaban en los brazos y en las partes del cuerpo al descubierto para libar las gotas de sudor en busca de sales minerales. Aquí había un poco más de gente, pero tampoco demasiada, por lo que te podías relajar bastante.

Volvimos de regreso por la mismas pasarelas hasta la estación del tren, pero la vuelta la hicimos "El Paseo Ecológico", en un bote hinchable de remos, que lo llevaba un chico joven que había sido maderero, y nos explicó como era todo hacía años. El paseo fue muy bonito, sin ningún ruido, solo el sonido de la selva. Vimos a una cría de Yacaré tomando el sol plácidamente y aunque el guía nos invitó a darnos un baño, nosotros nos resistimos a pesar del calor que hacía, no sea que apareciera su madre.

Llegamos al final de la travesía en bote, aunque a algunos les hubiera gustado dar una vuelta solo, jejeje, y continuamos caminando hasta la estación de tren y desde allí a la salida del Parque Nacional, y entre la selva pudimos observar a un Agutí comiento frutos del suelo.

Llegamos a la salida y esperamos al autobús urbano para que nos llevara de vuelta al hotel y como estaba ya el sol bastante bajo y el calor comenzaba a remitir, empezaron a aparecer los tucanes, sobrevolando las copas de los arboles de la misma entrada, son preciosos y de muy vivos colores.
Llegamos al hostel y nos pegamos una ducha, decidiendo marcharnos más tarde a la ciudad a comprar algunos recuerdos de nuestra estancia, ya que salíamos a la mañana siguiente para Buenos Aires de nuevo.
Esa noche cenamos en el hostel y nos tomamos unos cubatas jugando al billar y a la cama.

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