viernes, 29 de febrero de 2008

Día 14: Buenos Aires- Madrid-Alicante

Amanece el último día que pasaremos en Argentina, y esta mañana decidimos ir de compras, muy cerca del hostel a una calle, donde los chicos del mismo nos han dicho que hay muchas tiendas de empeños y que se puede comprar joyería muy barata. Así lo hacemos y efectivamente es muy barata, sortijas, pulseras, collares, etc.

Después de las compras, decidimos volver a la zona de Palermo, donde estuvimos el día anterior y cogemos el metro que nos deja cerca de la plaza de Italia, y desde allí hasta la plaza de Palermo donde estuvimos el día anterior, son veinte minutos caminando. Otra vez esta puesto el mercadillo, y vamos viendo la cantidad de tiendas y boutiques que hay por la zona.

Hay una tienda ropa y artículos de piel que se llama Cardón, en la que se pueden encontrar prendas de muy buena calidad y muy bien de precio, como cinturones de distintos tipos de piel, carteras, etc, etc, etc.
Además en la zona hay muchos restaurantes fashion en los que hay, en algunos de ellos hasta exposiciones de pintura, en los que se come genial y muy barato, cocina de autor.

Comimos pronto y nos volvimos como habíamos venido de nuevo al hostel, a preparar por última vez las maletas, y a llamar a los dos taxis que nos llevaran al aeropuerto de Ezeiza para facturar y sacar los embarques.
El vuelo de regreso a España fue muy tranquilo y después de que nos dieran la cena, nos echamos un sueñecito y nos despertamos cuando nos iban a dar el desayuno, a dos horas de Madrid.

Esto ha sido lo que ha dado de sí el viaje por éste país sudamericano, que más que un país, parece todo un mundo en sí mismo, por la diversidad de contrastes en cuanto a su gente, el clima, los paisajes. Ni que decir tiene que volvimos encantados con la experiencia, soñando con poder volver algún día a visitar éste hermoso país.


FIN DEL VIAJE



Día 13: Buenos Aires

Hoy nos levantamos descansados y después de desayunar nos fuimos a recorrer la ciudad, y pensamos hacerla en autobús urbano, así que nos fuimos por la Avenida de Mayo y cogimos un autobús que nos llevó, haciendo algún trasbordo hasta el emblemático barrio de la Boca.
Aquello es muy turístico y la gente agobia un poco ofreciéndote hacerte de guía o bien para que entres a comer en los muchos restaurantes que hay por la zona, la mayoría con espectáculos de tango. Nosotros nos decidimos por uno que tenía comida italiana, y así no fallábamos.
No comimos mal, pero el espectáculo de tango, la verdad no era lo que esperábamos, pero en fin, al fin y al cabo, somos turistas y hay que sacarnos la pasta con lo que sea.
Después de comer nos fuimos a dar una vuelta por la zona y compramos algún recuerdo, algunos mates y bombillas para regalar, y volvimos al centro, y esta vez nos fuimos a la zona de Palermo Viejo. Había un mercado de artesanía en una plaza rodeada de cafeterías bastante pijas, donde poder tomar un café o una copa con muy buen ambiente.
Después de otras compras por el mercadillo, nos volvimos al hostel a darnos una duchita y disponernos a salir a cenar. Esa noche cenamos justo enfrente del Obelisco, en un tenedor libre, bastante grande, con unas grandes cristaleras que por muy poco dinero, puedes comer una estupenda carne de ternera o de cordero a la parrilla y un buen vino de Mendoza.





Día 12: Iguazú-Buenos Aires

Hoy es el último día que pasamos en Puerto Iguazú, tenemos que coger el vuelo hacia Buenos Aires a media tarde, por lo que nos levantamos sin prisa. Después de desayunar nos fuimos en el autobús al centro de la ciudad para hacer algunas compras de última hora.
Compramos algo de artesania, más concretamente unas láminas con motivos animales de la mitología Guaraní, de yacararés, jaguares, tucanes, muy bonitos y unas camisetas de iguales motivos y de muy buena calidad por poco dinero.

A mediodía nos volvimos al hotel para preparar las maletas y comer antes de irnos al aeropuerto y facturar las maletas.
Salimos en hora y llegamos al Aeroparque al atardecer, y dos taxistas nos llevaron al que sería el hostel por la última noche que pasaríamos en Argentina, el Milhouse hostel, muy bonito, era como un edificio antiguo rehabilitado con un patio interior y con un ambiente buenísimo y muy cerca del Obelisco de la Avenida 9 de julio, la mas grande del mundo, según dicen.

Esa noche nos fuimos a dar una vuelta por la zona de los españoles, Avenida de Mayo y Avenida de Corrientes, esta todo lleno de restaurantes y comercios españoles, casi se siente uno como en casa. Cenamos en esa misma calle y nos volvimos al hostel a tomarnos unas copas, ya que esa noche había una fiesta muy ambientada, pero nos fuimos a la cama enseguida.

Día 11: Iguazú

Hoy no nos levantamos tan temprano, hemos quedado con el taxista que nos llevó el día anterior desde el hostel hasta Puerto Iguazú, para que nos lleve hasta la entrada al Parque Nacional de Iguazú.

Sacamos las entradas al Parque y entramos nada más abrir, para variar no hay nadie, y nos dirigimos hasta el Centro de Interpretación, pasando por unos puestos improvisados de artesanías que los indios Guaraníes habían montado en el suelo.

Vimos el vídeo y fotografías de como era el parque y las cataratas años atrás, y la verdad, te dan ganas de llorar. Una vez salimos del Centro de Interpretación nos fuimos a contratar una excursión dentro del Parque que nos habían recomendado, "EL PASAPORTE VERDE", con Iguazú Jungle Explorer.

Nosotros combinamos en ese pasaporte verde, que es el día completo, "LA GRAN AVENTURA", con " EL PASEO ECOLOGICO" , que es un regreso de la Garganta del Diablo en bote hinchable a remos, disfrutando de la selva sin ruidos.

Comenzamos con un paseo en camión por el sendero Yacaritiá, con una chica que nos iba explicando un poco lo que íbamos viendo, que nos llevaría hasta la base selvática Puerto Macuco, descendiendo unas escaleras hasta el embarcadero flotante donde nos esperan las semirrígidas para llevarnos hasta la base de las cataratas.

Una vez que embarcamos salimos a toda velocidad rio arriba, sorteando algunos rápidos que nos encontrábamos de camino, alucinante.

Nos encaminamos unos metros hacia la Garganta del Diablo, que fue desde donde se arroja el monje Jesuita en la cruz en la película de "LA MISIÓN" que fue rodada allí.

Nos van preparando para lo que nos vendrá después y nos advierten de que metamos todo lo que llevemos en bolsas de plástico para que no le caiga agua.

Primero nos meten debajo de unas caídas de agua no muy grandes y ya empezamos a mojarnos, pero eso no es lo malo. Empieza a dar gas al motor y nos dirige a toda velocidad hacia el salto d San Martín, una impresionante caída de agua, metiéndonos debajo de la misma, eso si que es mojarse de verdad. La operación se repite una vez más y se hubiera repetido alguna más de no ser por unos cuantos que no quisieron, pero bueno, no esta mal, ALUCINANTE!!!!!.

Después de mojarnos nos dan tiempo libre para que podamos ver las cataratas a nuestro aire, optando por pasar primero a la isla de San Martín para secarnos un poco al sol. Es buena idea llevarse ropa seca y unas toallas.

Le dimos una vuelta a la isla mientras nos secamos, pudiendo apreciar los distintos saltos de agua de alrededor, haciendo un montón de fotos, pero es que no es para menos.

Una vez que estuvimos mas o menos secos, seguimos la ruta por los distintos saltos de agua, hasta que se hizo la hora de comer. Hay un barecito, muy cerca de la isla de San Martín, donde se puede comer, con terraza si se quiere estar al aire libre. Comimos el la terraza, y no tardaron en aparecer por allí invitados a la mesa. Nos advirtieron de que no diéramos de comer a los coatíes, porque son el alimento principal del Jaguar, y si se acostumbran a ir hasta las zonas de los humanos, los jaguares irán detrás y ya hubo algún que otro susto.

No aparecieron éstos, pero si unos pájaros, llamados Urracas amarillas, muy descaradas, que no paraban de pedir comida, pero justo delante de nosotros, sin miedo ninguno. aparecían a montones, y se llamaban las unas a las otras.

Una vez que terminamos de comer, nos dirigimos a la estación del tren que nos lleva hasta las pasarelas de la Garganta del Diablo. El tren te deja al margen del río y hay que llegar hasta el salto de agua que esta en el centro del mismo atravesando unas pasarelas, que miden unos doscientos metros más o menos.

Es impresionante cuando te vas acercando y vas oyendo el ruido atronador del agua al desplomarse. Además la pasarela tiene un mirador que te sitúa casi encima del salto de agua.

También se pude apreciar una cortina de gotas de agua que suben desde el fondo de la cascada y que lo inunda todo, y como los pájaros revolotean por entre las mismas, en fin, lo dicho, que es muy difícil poder describir tanta fuerza y tanta belleza a la vez.

Nos quedamos en el lugar mas de media hora contemplando aquel espectáculo de la naturaleza, asombrados, pero es que no es para menos, no todos los días se puede contemplar algo tan impresionante.

Se acercaban muchas mariposas y se posaban en los brazos y en las partes del cuerpo al descubierto para libar las gotas de sudor en busca de sales minerales. Aquí había un poco más de gente, pero tampoco demasiada, por lo que te podías relajar bastante.

Volvimos de regreso por la mismas pasarelas hasta la estación del tren, pero la vuelta la hicimos "El Paseo Ecológico", en un bote hinchable de remos, que lo llevaba un chico joven que había sido maderero, y nos explicó como era todo hacía años. El paseo fue muy bonito, sin ningún ruido, solo el sonido de la selva. Vimos a una cría de Yacaré tomando el sol plácidamente y aunque el guía nos invitó a darnos un baño, nosotros nos resistimos a pesar del calor que hacía, no sea que apareciera su madre.

Llegamos al final de la travesía en bote, aunque a algunos les hubiera gustado dar una vuelta solo, jejeje, y continuamos caminando hasta la estación de tren y desde allí a la salida del Parque Nacional, y entre la selva pudimos observar a un Agutí comiento frutos del suelo.

Llegamos a la salida y esperamos al autobús urbano para que nos llevara de vuelta al hotel y como estaba ya el sol bastante bajo y el calor comenzaba a remitir, empezaron a aparecer los tucanes, sobrevolando las copas de los arboles de la misma entrada, son preciosos y de muy vivos colores.
Llegamos al hostel y nos pegamos una ducha, decidiendo marcharnos más tarde a la ciudad a comprar algunos recuerdos de nuestra estancia, ya que salíamos a la mañana siguiente para Buenos Aires de nuevo.
Esa noche cenamos en el hostel y nos tomamos unos cubatas jugando al billar y a la cama.

Día 10: Puerto Madryn-Trelew-Buenos Aires-Iguazú

Hoy nos levantamos temprano, para variar y nos va a recoger al hostel, tal y como habíamos gestionado con el mismo un microbus para llevarnos al aeropuerto de Trelew, donde tomaríamos el vuelo hasta Buenos Aires.

El vuelo sale sin retrasos y a media mañana estamos de nuevo en el Aeroparque, donde tendríamos que coger otro vuelo hasta Puerto Iguazú. Estuvimos esperando unas dos horas y poco hasta que de nuevo embarcamos sin retrasos y despegamos rumbo a Iguazú.
El vuelo dura unas dos horas, mas o menos, y antes de aterrizar, en aproximación al aeropuerto, sobrevolamos las cataratas, tal y como se puede apreciar en la foto, impresionante.
Aterrizamos en medio de la selva y nada más bajar del avión se puede sentir el calor sofocante, imagino que nosotros lo notaríamos aún más porque nos tiramos todo el viaje con algo de frío y abrigados.

Cogemos unos taxis que nos llevan de camino al hostel, el Hostel Inn Iguazú, que nos habían reservado en el Gualicho, en Puerto Madryn.
El Hostel esta muy bien situado, justo entre las cataratas y Puerto Iguazú, tiene la parada del autobús que va de las cataratas a la ciudad justo en la puerta y es una pasada, muy limpio, con un muy buen ambiente y todo por unos 30 € por habitación doble con Desayuno.

Dejamos las maletas en la habitación y decidimos irnos a ver Puerto Iguazú, por lo que cogemos un taxi hasta allí para dar una vuelta porque ya no da tiempo a ir a las cataratas.
Antes de ir a ningún sitio tuvimos que ir a comprar unas camisetas de manga corte y unos bañadores, ya que cuando salimos de España, no imaginabamos que acabaríamos allí y no llevábamos ropa de verano.
Una vez aprovisionados de la ropa correspondiente, nos dirigimos al HITO DE LAS TRES FRONTERAS, un lugar donde confluyen el rio Iguazú y el rio Paraná, haciendo de frontera natural entre Argentina, Brasil y Paraguay.
Por allí anduvimos un ratito flipando con la cantidad de agua que bajaba por los dos rios, y como somos de secano, pues más todavía.
Lo que se ve al fondo de la fotografía a la izquierda, es Paraguay, lo que aparece a la derecha, donde esta el edificio en la esquina es Brasil y desde donde estamos nosotros Argentina.

Compramos unas artesanías y nos fuimos de regreso al centro del pueblo, a una pequeña plaza, muy bonita, a tomar unas cervezas bien frías, hace un calor sofocante, y eso que estaba ya anocheciendo.
Después de meternos unas Heineken de medio litro muy frías en vasos muy fríos, entre pecho y espalda, nos fuimos de nuevo al hostel, donde nos comimos unas pizzas en el bar del hotel y nos pusimos los bañadores para meternos a la piscina.
Por cierto, nos metimos al agua, después de tomarnos unos cubatas de ron que no veas, así menos agua esta menos fría y calentitos pa la camita, pero bien calentitos, jejeje.

Día 9: Puerto Madryn

Hoy nos volvemos a levantar temprano, nos vamos de excursión a la Península Valdés, todo el día.
La excursión la contratamos a través del hostel y nos pasan a recoger en dos furgonetas renault kangoo 4x4, en una irán las mujeres y en otra los hombres. El responsable es Leandro un chico genial, que se llevó aun ayudante para conducir la segunda furgoneta.
Nos dirigimos a Península Valdés por la misma carretera o camino por el que fuimos el día anterior con las bicicletas. Se lo comentamos a Leandro y se echaba las manos a la cabeza diciendo que estábamos locos, en fin, que llegamos a la entrada al Parque Nacional de Península Valdés, se pagaron las entradas y la primera parada fue el Centro de Interpretación del Parque, donde te explican lo que se va a ver en el interior del mismo.
Ahora nos dirigimos a Puerto Pirámides, para embarcar e ir a ver si podemos avistar a alguna ballena. Llegamos a Puerto Pirámides, una especie de aldea en la que no hay absolutamente nada, excepto un par de hosteles, un par de bares y alguna agencias que organizan navegaciones para ver las Ballenas Francas Australes. Llegamos a la que nos llevó Leandro y entablamos conversación con un viejo lobo de mar, el sr. Mariano Van Geldere, "EL REY DE LAS BALLENAS", que te cuenta historias de como se vivía antaño y de como era su relación con éstos animales.
Embarcamos y nos dirigimos al interior de la bahía donde hay mas posibilidades de ver alguna ballena, no obstante nos advierten de que la cosa hoy sería difícil, debido a la mala mar que hacía y a que las ballenas aún están llegando y son pocas todavía.
Mandamos a Jose de vigía a divisar las ballenas, y al cabo de unos minutos observa un chorro de agua emerger con fuerza de la superficie. El capitán se dirige hacia ella a toda velocidad, pero justo antes de llegar, desaparece en el azul. Así transcurrieron un par de intentos, como el gato y el ratón, hasta que por fin pudimos divisar una a la que pudimos ver muy, pero que muy bien.
Es increíble lo grandes y lo frágiles que son a la vez. Estuvimos junto a ésta ballena cerca de veinte minutos, observándola como se sumergía y volvía a emerger para respirar.
Hubo un momento en que paso por debajo de nuestro barco, que estaba parado por supuesto, como observándonos, ahí es donde se puede apreciar la inteligencia y la grandeza de estos animales.
La verdad es que fue una experiencia emocionante e inolvidable. Tuvimos muchísima suerte, ya que no se daban las mejores condiciones para poder verlas. Volvimos a Puerto Pirámides muy contentos por la experiencia que acabábamos de vivir.
Continuamos nuestra marcha, dirigiéndonos ésta vez hacia la Caleta Valdés, un lugar precioso en el que se pueden ver colonias de Elefantes Marinos, Pingüinos de Magallanes (ahora no estaban allí), lobos marinos e incluso Horcas y Delfines. Llegando allí empezó a llover, aunque por suerte se podía llevar.
Nos acercamos al mirador desde donde se pueden observar a distancia y nos marchamos a comer a las furgonetas lo que habíamos comprado el día de antes en el supermercado.
Cuando terminamos de comer nos volvimos de regreso al hostel, tranquilamente observando a los Guanacos que corrían por allí salvajes. Una vez que llegamos y nos pegamos una ducha, decidimos salir a dar una vuelta por el paseo marítimo y comprar algunos recuerdos de nuestra estancia allí. Esa noche decidimos cenar en el hostel, y después relajarnos con unos cubatitas en la sala de estar, escuchando un concierto de guitarra del Joserdo.
Esa era nuestra última noche en Puerto Madryn, al día siguiente salíamos desde Trelew en avión hasta Puerto Iguazú, haciendo escala en Buenos Aires. Los chicos del hostel una vez más nos gestionaron el alojamiento en Puerto Iguazú, y una vez más no nos decepcionaron.

Día 8: El Calafate-Rio Gallegos-Puerto Madryn

Empieza otro día en nuestro viaje, y éste, por cierto es el de la marcha de El Calafate. Como el autobús no sale hacia Rio Gallegos demasiado pronto, nos fuimos al centro de la ciudad, al supermercado, a comprar las provisiones para el viaje hasta Puerto Madryn.



Una vez compradas las provisiones, nos vamos de vuelta a las habitaciones para preparar las maletas y despedirnos de los chicos del hostel. Nos da mucha pena irnos, la verdad, porque nos han tratado de maravilla, nos han preparado las excursiones muy, pero que muy bien, nos han aconsejado en todo lo que necesitamos, nos han buscado sitio en el hostel de Puerto Madryn, en fin, y sobre todo nos hemos reído mucho con ellos. Les dejamos unos cd´s de música española, tipo Manolo García, Sabina, etc, tan apreciados allí.



Nos llevan a la terminal de autobuses, y nada, de vuelta otra vez a Rio Gallegos para poder coger el que nos llevaría hasta Puerto Madryn. Hicimos el camino de inverso y volvimos a parar en el sitio de los "submarinos", donde por supuesto nos tomamos uno, y al cabo de unas cinco horas desde que salimos de El Calafate, llegamos a la estación de autobuses de Rio Gallegos, donde nos tocó esperar así como unas cinco horas más. Menos mal que teníamos una gasolinera cerca y nos pudimos tomar unas cervecitas y unas patatas fritas.



Comenzamos el viaje en bus al atardecer, con la compañía Andesmar, y gracias a que compramos los billetes en semi cama lo hicimos bastante bien y cómodos. Merece la pena pagar un poco más, porque nos tiramos en ese bus unas quince horas. Íbamos en un autobús de dos pisos y nosotros estábamos en el de abajo, con sillones muy amplios y abatibles, de piel con televisión de plasma y solo eramos nueve personas, nosotros seis y tres más, un lujo. Además, una vez que cenamos y nos tomamos un buen vinito que alguien nos invitó, jeje, nos tomamos unas pastillitas y a sobar toda la noche de un tirón.

A mediodía llegamos a Puerto Madryn, a la estación de autobuses y dos taxis no llevaron hasta el Hostel EL GUALICHO, donde teníamos las reservas para dos noches. El hostel es muy bonito y con un muy buen ambiente, tipo mochileros.



Dejamos las maletas y se nos ocurrió que podíamos alquilar unas bicis en el mismo hostel e ir de paseo hacia la zona de El Doradillo, una bahía en la que se pueden avistar ballenas. Pues nada, eso hicimos, nos fuimos en bici por el paseo marítimo y nos encaminamos por la carretera que lleva al Doradillo, bueno, lo de carretera es un decir, ya que es un camino de tierra, con un palmo de polvo y que cada vez que pasa un coche cerca, deja una nube que te tapa por completo, y encima cuesta arriba, ufffff, bastante duro, pero mereció la pena el esfuerzo. Una vez que llegamos a un acantilado, veíamos como las ballenas emergian a la superficie para respirar, todo en un absoluto silencio.


Nos volvimos al hostel antes de que se hiciera de noche, y llegamos a la ciudad justo antes de la puesta de sol, como se puede apreciar en la foto, y nos pegamos una merecida ducha y a dar una vuelta por la ciudad a conocerla. Cenamos en un restaurante y pronto nos fuimos a la cama, que al día siguiente teníamos ya contratada una excursión de día entero a ver las ballenas, entre otras cosas.


Día7: El Calafate

Hoy nos levantamos temprano otra vez, aún no ha amanecido y esta lloviznando, para hacer una excursión que nos llevará todo el día por el Lago Argentino, visitando varios de los distintos glaciares que lo componen. Nos recogen en una furgoneta y nos trasladan al embarcadero de puerto Bandera para subirnos al barco, El CRUZ DEL SUR, en el que estaremos casi todo el día.

Comenzamos la navegación todavía de noche y con algo de frío, jejeje, por el Lago Argentino, o mejor por una de sus partes, porque es muy, pero que muy grande. Nosotros en concreto veremos la parte en la que están los glaciares Upsala, Spegazzini y la Bahía Onelli.

No tardamos en divisar los primeros témpanos de hielo, no en vano es el Canal de los Témpanos. Empieza a amanecer y sigue lloviznando, no mucho, pero con la velocidad del barco, te impide salir a la cubierta durante mucho tiempo para contemplarlos, se te hace algo incomodo y vemos el primer glaciar, "El Seco" (fotografía superior), tiene una superficie de 4 km2 y se encuentra en estado de retroceso, también se lo conoce con el nombre de totalizador porque allí el Instituto del Hielo Continental Patagónico instaló un pluvionivometro totalizador para medir la caída anual de lluvia y nieve, que promedia alrededor de 1500 a 1800 mililitros. retrocedido.

Al cabo de una hora mas o menos llegamos al glaciar Spegazzini, un glaciar pequeño pero muy bonito, ya que baja de las montañas en forma de cascada y hace un giro para encarar el lago. No es tan grande ni tan espectacular como el Perito Moreno, pero es muy bonito y claro, hay que hacerse unas fotos de rigor.

Aquí ya empieza a hacer un poco de frío, pero no tanto como nosotros esperábamos, y aunque parezca que no, el día esta especial para poder contemplar las distintas tonalidades de azules del hielo, si hubiera hecho sol, deslumbraría y no se podría apreciar casi nada.

Una vez que nos hicimos las tropecientas fotos de rigor, continuamos la navegación, esta vez hacia el glaciar Upsala, el más largo de sudamérica, y mide un total de unos 50 kilómetros de largo.
Para llegar hasta lo mas cerca posible de las paredes del glaciar, el barco tiene que sortear la inmensa cantidad de icebergs que flotan por el lago y que se han desprendido de esas paredes.
Después de una cuidadosa navegación entre los témpanos de hielo a la deriva, por fin nos acercamos lo máximo posible a las paredes de éste inmenso glaciar, y aquí si que hace un frío del carajo, ya era hora, jeje.

Después de pasar un ratito de frío, nos metemos dentro del barco para tomarnos una taza de caldo caliente, y nos dirigimos rumbo a la Bahia Onelli, donde desembarcaremos y haremos una pequeña caminata hasta una cabaña para comer los manjares que como siempre llevamos en nuestras mochilitas.
Una vez bien comidos y sin café, jeje, continuamos el paseo que nos llevará hasta la Bahía Onelli, donde confluyen los glaciares Onelli, Bolado y Agassiz, taponando los bloques de hielo desprendidos de los mismos la salida de la bahía al Lago Argentino. Es muy, pero que muy bonito el contemplar todo ese hielo que cubre prácticamente la totalidad de la bahía.

Permanecemos alrededor de una hora en el lugar siguiendo las explicaciones de la guía y divirtiéndonos un poco con el hielo, hasta que se hace la hora de regresar al barco que nos llevará de vuelta a Puerto Bandera y de allí en furgoneta al hostel.

Antes de llegar al hostel nos quedamos en el pueblo y entramos a comprar unas camisetas a una tienda y hablando con el propietario, que por cierto se parece un huevo a un colega de aquí, le comentamos que queríamos ir a Chile y visitar las Torres del Paine o bien visitar El Chalten, pero nos convence para que nos quedemos en Argentina y que nos vayamos a Puerto Madryn, que por cierto, estaban llegando las ballenas Francas Australes a criar, y a Iguazú a ver las cataratas.

Pues bien, sin pensarlo mucho nos metemos a la agencia RUMBO SUR, y compramos los billetes de autobús, (en coche cama, lo recomiendo porque en precio no es mucha la diferencia, pero en comodidad muchísima) hasta Rio Gallegos y desde allí hasta Puerto Madryn, además de los billetes de avión desde allí hasta Iguazú.

Esa noche nos duchamos y salimos a cenar otra vez a Rick´s para celebrarlo y despedirnos como de allí como se merece, brindando con un buen vino de Mendoza y una buena parrillada de carne.